Hoy, haremos una excepción a la tónica general y daremos visibilidad a la opinión de un filósofo, alguien que extrae conclusiones después de un profundo y sosegado proceso de abstracción, es decir, de tratar de leer dentro (intus legere), al margen de la turbamulta de datos porcentuales.
Nuestro querido Jimeno no es amigo de las macrocifras, ni un entusiasta de los estudios convencionales o demostraciones empíricas. En el Grupo Inmobiliario House Hunting, en cambio, sí que nos gusta estudiar la realidad con estadísticas comparativas y con una precisión milimétrica, pero, también, tenemos en alta consideración la opinión de los eruditos. Pensamos que una cosa no debería excluir a la otra, dado que la fusión de ambos métodos permite que tengamos un conocimiento más enriquecedor de la realidad circundante.
Ésta es la opinión de nuestro amigo Jimeno, filósofo anónimo, investigador y viejo cliente de House Hunting:
La población de Madrid se ha disparado en los últimos años, porque la presencia permanente en internet, permanencia que se hace efectiva a través del teléfono móvil y de las redes sociales, crea dependencia al hecho de estar siempre conectado con la sociedad mundial, con un macrocolectivo global.
Por consiguiente, Madrid, al ser una capital de estado y una urbe próspera, satisface ese impulso de estar conectado con la sociedad mundial, con el macrocolectivo global. Y en contraposición, el hecho de encontrarse fuera de una gran ciudad genera un sentimiento de desconexión con la colectividad internacional, nos empuja a sentirnos fuera, como forasteros en una entidad supranacional compuesta por nativos digitales.
De esto, se desprende que no sólo la juventud actual, sino las personas de otras franjas de edad se afanen al éxodo rural, dado que vivir en el campo, en un pueblo o en una ciudad pequeña les hace sentirse fuera del macrocolectivo global, desconectados de la sociedad mundial. La permanencia en internet a través del teléfono móvil y de las redes sociales han sentado los cimientos de un nuevo cosmopolitismo, de una nueva Atenas.
A esta disertación, cabe agregarle que la permanencia en internet a través del teléfono móvil y de las redes sociales ha desatado otro fenómeno, que es el de la sobre-estimulación, el de vivir con estímulos permanentes, con alergia a la quietud y al aburrimiento, en búsqueda de continuas actividades y entretenimientos. Esta trepidante sobreactividad sólo te la ofrece una gran ciudad. El campo, un pueblo o una pequeña urbe no suelen ser la arcadia de las personas sobre-estimuladas, reacias a descubrir los beneficios de un aburrimiento bien gestionado, renuentes a liberarse del estrés provocado por el bullicio, el estruendo y el hacinamiento.
Una tercera y última reflexión por la que Madrid está creciendo tanto a nivel poblacional es la búsqueda de estatus, de reconocimiento. En una sociedad burguesa y ‘meritocrática’, en la que reina, con sus múltiples deficiencias, una igualdad de oportunidades, además de ciertas ansias de competitividad, muchas personas anhelan brillar en las multinacionales de una gran ciudad. Muchos interpretan que el brillo social reside en trepar hasta las plantas más elevadas de una atalaya acristalada y poder sentirse parte de una renombrada compañía de la sociedad mundial, del macrocolectivo global. Por esto, Madrid es visto como una tierra de oportunidades para los habitantes de fuera, como lo que fue Nueva York en su momento.
¿Sería descabellado hablar del ‘sueño madrileño’ y ver el Oso y el Madroño como la nueva Estatua de la Libertad? Ésta podría ser la estrofa de un próximo chotis.
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