Situación de la vivienda. Siempre analizamos qué lugar se ajusta más a nuestras necesidades personales (el trabajo, colegios, transporte) o preferencias sociales (vivir en plena ciudad o en lugares más apartados y tranquilos). Zonas con cercanía a grandes zonas metropolitanas y comerciales, buena combinación de transporte y el nivel de empleabilidad, aumentan el valor económico de un inmueble.
Orientación. Las viviendas orientadas al interior de una manzana de edificios son más silenciosas y tranquilas que las que están hacia la vía pública. A pesar de ello son más demandadas las viviendas exteriores porque suelen ser más luminosas.
La superficie. Cuando buscar una casa es común hablar de metros construidos y metros útiles. Los metros construidos incluyen el grosor de las paredes y los sistemas de ventilación. Los metros útiles son los que incluyen las terrazas y balcones, sin contar las paredes y elementos comunes. También está la superficie computable, que no es más que la superficie construida más la parte proporcional de los elementos comunes (escaleras, portería, jardines, piscina, ascensores, etc.).
La calidad. En este punto intervienen la calidad de construcción, solidez, aislamiento térmico y acústico; pavimentos de calidad, carpintería interior y exterior, fontanería, sanitarios, calefacción, etc. y el diseño. En el caso de las viviendas de segunda mano es preciso comprobar el estado de conservación de las mismas (puertas, suelos, ventanas, grietas, estado de la fachada, etc.).
Estos elementos deben ser de consideración tanto para una persona como compradora (ya que afecta directamente sus necesidades y preferencias), como para un propietario (ya que ayuda a fijar el precio acertado de su vivienda y hacer una buena venta). En cualquiera de los dos casos si tienes alguna duda estamos a tu disposición.
Hasta la próxima.