Nacemos, vivimos y morimos. ¿Hay una verdad más absoluta que esa?
Pocas. Pero lo cierto es que la muerte es un hecho inevitable que, además del sentimiento de tristeza que deja, también lleva una serie de trámites posteriores, como el tema de las herencias.
Pero antes de heredar, o aceptar la herencia (ya que algunas veces la herencia es rechazada por parte de los sucesores por diversos motivos), hay que determinar los bienes y deudas que poseía la persona. ¿Sabes cómo empezar y a dónde ir?
A continuación te explicamos el proceso (sigue los pasos en el orden que te contamos) para que no tengas que ir de un lado a otro sin entender nada y sin perder tiempo.
1. Registro Civil para solicitar el certificado de defunción.
2. Registro de últimas voluntades – Ministerio de Justicia. Aquí se podrá solicitar el certificado de actos de última voluntad donde figuraría si existe o no un testamento. En este mismo documento consta también si el fallecido tiene en curso algún trámite judicial.
3. Entidades bancarias. Una vez con los dos certificados anteriores, los herederos podrán solicitar información sobre las cuentas y otros productos que tuviera el fallecido en los bancos.
4. La Central de Información de Riesgos del Banco de España (Cirbe). En esta entidad se solicita un informe con los datos de todos los préstamos, créditos, avales o riesgos que pudiera haber tenido el fallecido con los bancos.
5. Seguridad Social y Hacienda. En ambos organismos se solicitaría un certificado del fallecido de estar al corriente de pagos. Aquí figurarían posibles deudas pendientes.
6. Registro de la Propiedad. En el mismo, los herederos pueden consultar la información sobre los derechos y cargas que recaen sobre las propiedades del fallecido. Se proporcionarán detalles sobre todos los inmuebles que pertenezcan al difunto, las cargas asociadas o cualquier tipo de información relevante relacionada con las viviendas a heredar.
Una vez realizados estos pasos, se puede decidir o no la aceptación de una herencia.
Nuestra recomendación es de estar siempre acompañado de asesoramiento profesional para no perder ni un detalle de todo el proceso. Sobre todo porque quiénes tramitan este proceso son personas allegadas al fallecido y en muchas ocasiones, debido al dolor y la pena de la pérdida, no prestan la suficiente atención y aceptan o firman documentos donde salen perjudicados.