Columnista: habitissimo, colaborador «habitualísimo» de House Hunting

Si hay una pregunta recurrente antes de embarcarse en una reforma, es esta. La duda de si será necesario renunciar a la calidad para rebajar el coste de la obra, sobre todo cuando el presupuesto es ajustado, es inevitable. Y lo cierto es que no necesariamente debe ser así.

Con un poco de sentido común y dedicando algo de tiempo a buscar y elegir materiales, siempre es posible conseguir ese equilibrio perfecto entre calidad-precio. Para ello, conviene tener en mente algunas cuestiones básicas.

Ahorrar a veces sale caro

La calidad siempre se paga, pero si hay un caso en el que no conviene escatimar es en una reforma. Piensa que vas a invertir en ella mucho dinero y que el objetivo es no tener que volver a realizar obras en mucho tiempo.

Materiales de baja calidad tendrán una vida útil mucho más corta, se deteriorarán antes y, al final, no quedará más remedio que volver a hacer reformas antes de lo deseado. Eso no significa que haya que pensar en los mejores materiales del mercado. Como en tantas otras cosas, la virtud está en el punto medio.

Cuestión de estética

A quién no le gustaría tener una casa de revista. Pero lo cierto es que todo lo que lleve implícito el concepto “diseño” eleva los precios de las reformas porque, entre otras cuestiones, se emplean materiales innovadores y de una gran calidad. Y es perfecto si no hay límites en el presupuesto.

Pero cuando la economía no alcanza para ello, rebajar un poco los criterios estéticos permite también rebajar el coste de la reforma. No quiere decir que el resultado final sea peor, simplemente que hay que buscar alternativas similares algo más económicas. Y siempre las hay, sin renunciar, por ello, a la calidad.

En busca de la oferta

Otra forma de combinar precio y calidad para conseguir la reforma soñada es hacer un trabajo algo “detectivesco”. Ya no se trata solo de comparar precios en diferentes establecimientos físicos u online, sino de buscar esas ofertas de fin de existencias o de cambio de exposiciones en las que los precios se rebajan notablemente.

Lejos de lo que se pueda llegar a pensar, esta es una cuestión que no necesariamente significa materiales pasados de moda porque a veces la diferencia de acabados es mínima.

¿Y si la reforma es para vender la vivienda?

Todo lo explicado hasta ahora es perfecto para afrontar una reforma de la vivienda habitual sin arruinarse en el intento. ¿Pero qué ocurre cuando el objetivo de la reforma es hacer un lavado de cara a la casa para venderla? En ese caso, sí puedes pensar más en el precio que en la calidad.

No quiere decir que elijas los materiales más económicos, pero sí que seas más estricto en todo aquello en lo que puedas ahorrar. Al final, se trata de que la casa ofrezca una imagen atractiva y es algo que se puede conseguir sin problemas rebajando un poco el presupuesto.

Por lo tanto, siempre hay que buscar el equilibrio entre calidad y precio, pero sin renunciar nunca a la primera si la reforma es la de tu hogar. Tal vez al inicio la inversión sea algo mayor, pero, a la larga, siempre se acabará ahorrando.

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